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¿Te acordaste de tu sacerdote?

042222 celebrationsDe izquierda a derecha, los padres Gabriel Carvajal-Salazar, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de los Caminos en Thomasville; Fabio Marín, párroco de la Iglesia San José en Kannapolis; y José Camilo Cárdenas, párroco de la Iglesia Santísima Trinidad en Taylorsville. Los tres comparten un momento previo a la celebración de la Misa Crismal.CHARLOTTE — El Jueves Santo, día en que Jesús instituyó el Sacramento del Orden sacerdotal, se celebra el día del sacerdote.
Regularmente en esta fecha muchos sacerdotes del mundo son invitados a concelebrar la Eucaristía con sus obispos y a renovar sus compromisos sacerdotales.

Nuestra diócesis efectúa la ceremonia anualmente durante la Misa Crismal, la que celebró el Obispo Jugis el pasado martes 12 de abril en la Catedral San Patricio.

La vida de los sacerdotes es una vida dedicada a los fieles que le han sido puestos a su cuidado.

No es nada fácil, tienen que dejar a sus padres, privarse de tener una familia propia, formar a miles de fieles, administrarles los sacramentos y muchas veces estar a merced de los comentarios de su propio rebaño.

Los misioneros incluso pasan hambre, sed, frío y calor. Otros incluso son maltratados y hasta asesinados al llevar el Evangelio a los lugares más alejados y peligrosos del planeta.

En la Diócesis de Charlotte contamos con numerosos sacerdotes de origen hispano que atienden a una creciente comunidad de fieles latinos. Ellos nos dedican sus vidas y enfrentan desafíos en sus labores.

DESARROLLO ESPIRITUAL

El Padre Nohé Torres, vicario parroquial de la Iglesia Inmaculada Concepción en Hendersonville, destaca que su vida espiritual ha crecido en todo sentido después de su ordenación. Sin embargo, señala que le apena que algunos feligreses no entiendan el carácter que confiere la ordenación. “Somos sacerdotes siempre, en la casa, en la iglesia, en la calle. Eso nos hace ser mejores personas y estar siempre dispuestos a ayudar”, anota.

Para el Padre Leo Tiburcio, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte, “es una bendición ser sacerdote”, pues si siendo feligrés “uno se llena del amor de Dios, al estar ordenado este sentimiento es más pleno”. “Desde mi ordenación ha cambiado profundamente la alegría y paz interior que siento”, añade.

El Padre José Juya, vicario parroquial de la Iglesia San Miguel en Gastonia y coordinador del ministerio hispano de la vicaría de Gastonia, asegura que “después de ordenarse y continuar estudiando mucho”, se ha “sentido más productivo intelectualmente”.

Desde Thomasville, el Padre Gabriel Carvajal-Salazar, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de los Caminos, dice que ser sacerdote le causa felicidad al “poder santificar al pueblo con los sacramentos, especialmente con la eucaristía”.

Asegura que el sacramento de la ordenación lo sintió en el corazón y le dejó una marca indeleble, “soy el mismo pero no lo mismo”, dice con el humor que lo caracteriza.

Por otra parte, para el Padre José Camilo Cárdenas, párroco de la Iglesia Santísima Trinidad en Taylorsville, ha sido hermoso ver el cambio en “cómo se viven los sacramentos directamente en el trabajo pastoral con los fieles”. Confiesa que con el tiempo ha ganado seguridad, “especialmente perder el miedo al manejo de la audiencia”.

DIFICULTADES

Pero, al igual que en la vida de cualquier persona, nuestros sacerdotes atraviesan por dificultades de las que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta.

El Padre Nohé Torres, sin pretensiones de resaltar su trabajo, dice que muchas veces no se valora lo que el sacerdote hace, y “cuando se equivoca, todo el mundo ‘se lo come’ con comentarios, pero cuando hace cosas buenas nadie lo nota”.

Para el Padre Leo Tiburcio, la dificultad radica en “mantener un balance entre el ministerio, la vida personal, los amigos, el ejercicio, el sueño. Si no hay un balance, el sacerdote, por querer servir, se desatiende mucho y cae en el estrés, llevando consigo otras enfermedades más”.

El Padre Gabriel Carvajal-Salazar también resalta el balance, pero entre el área pastoral y administrativa. “Se nos prepara para ser pastores, y por nuestra parte debemos capacitarnos en la parte financiera y administrativa”. Respecto a la soledad, afirma que “la he sabido llevar”, y de ella hay que sacar provecho. “Bien

llevada lleva a otras salidas altruistas, pero siempre hay que tener cuidado”, añade.

Para el Padre José Camilo Cárdenas la soledad es un punto importante si no se sabe manejar. En su congregación lo invitan frecuentemente a comer, “pero prefiero que me inviten a hacer deporte”. Confiesa que le es complicado solicitar el aporte económico de la comunidad, “aunque no sea para uno”, pero “eso se me hace difícil con la emoción del Evangelio”.

Ahora que ya conocemos algunos de los problemas que atraviesan nuestros sacerdotes, es momento, como comunidad, de dar respuestas que alivien sus cargas y permitan que su trabajo pastoral como ordenados a la vida sacerdotal sea fructífero.

El Papa Francisco dijo el Jueves Santo de 2013, que el sacerdote debe hacer “que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido”.

Estamos seguros que nuestros sacerdotes, sin excepción, nos hacen sentir de esa manera.

— César Hurtado, Reportero