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Catholic News Herald

Serving Christ and Connecting Catholics in Western North Carolina
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CHARLOTTE — Los años que siguieron a 2001 no fueron nada fáciles para la comunidad latina llegada a las Carolinas. Después del ataque terrorista a las torres gemelas en Nueva York las cosas cambiaron en Estados Unidos.

Los inmigrantes, especialmente aquellos que no poseían un estatus de permanencia legal, fueron vistos con recelo por los empleadores que debían verificar los permisos de trabajo más estrictamente.

Comprensiblemente, los estadounidenses veían entonces a los migrantes como un problema de seguridad nacional.

En 2003, ante la urgente necesidad de asistir a la comunidad latina con despensas de alimentos, la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe gestionó la recepción de víveres para entregarlos gratuitamente a las personas en necesidad.

Así lo recuerda Gloria Sierra, secretaria de la parroquia, una de las tres voluntarias que recibían en esos años el camión con alimentos proveniente de Community Food Rescue. Ellas mismas organizaban y entregaban las despensas.

Esa actividad fue el antecedente de lo que luego, en 2013, vendría a ser Casa Marillac, una organización de misión social y caridad que desarrolla la Congregación de la Misión, los Vicentinos, en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.

Casa Marillac no tiene como única misión la entrega de despensas. También, como explica su coordinadora, María Guadalupe Nava, ofrecen referidos para servicios médicos, asisten a los recién llegados al área con muebles y menaje del hogar, y con cualquier otra información que requieran.

María Guadalupe, quien fue voluntaria por muchos años antes de ocupar el cargo, explica que “se siente muy bonito tener empatía por los más necesitados”.

“Nosotros, en algún momento, hemos tenido necesidades, ya sean materiales o emocionales, y hemos sido atendidos sintiéndonos acogidos. Hoy devolvemos un poquito de aquello que se nos dio cuando más lo requeríamos”.

Cada miércoles por la mañana, alrededor de 20 voluntarios reciben, organizan y empacan los alimentos enlatados, fruta, vegetales, carne, pan y otros comestibles enviados por el banco de alimentos Second Harvest.

La comunidad también colabora. Cada primer domingo de mes, llamado de la Divina Providencia, entrega sus donaciones al ingresar a las Misas dominicales.

“Sabemos que también tienen necesidades y pese a todo nos ayudan a ayudar”, dice María Guadalupe.

NECESIDAD CRECIENTE

052623 Casa Marillac2Después de concluir la ayuda federal por la pandemia de COVID-19, son más las familias que requieren de ayuda para poner un plato de comida en la mesa de sus hogares.

“Entregamos las cajas de alimentos desde la 1 de la tarde. Desde hace algunas semanas, la fila de coches se forma desde las 9 de la mañana y a las 11 ya completamos la cuota de entre 150 a 180 cajas”, explica María Guadalupe.

“Yo me pongo en los zapatos de las personas. ‘No nos alcanza’, nos dicen, incluso algunos que reciben ayuda del gobierno”.

Los voluntarios reciben ayuda también. “Están aquí porque tienen una necesidad”, y en ocasiones, después de trabajar todo el día, entregan desinteresadamente la caja con alimentos que pueden llevar a su hogar a una persona que inesperadamente se presenta a pedir”.

Para María Guadalupe, el mejor pago que reciben es ver que el rostro de gratitud de la gente. “No tiene precio”, dice.

Si desea colaborar con la obra de Casa Marillac, o solicitar ayuda, diríjase a 6218 Tuckaseegee Road, Charlotte, N.C. 28214, o llame al teléfono 704-503-9204.

— César Hurtado

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