MANAGUA — Al menos 11 clérigos han sido detenidos por la policía y paramilitares a lo largo de una semana de ataques a la Iglesia en el norte de Nicaragua, mermando la ya desmoralizada diócesis de Matagalpa, cuyo líder, el Obispo Rolando Álvarez, vive en el exilio.
"La Diócesis de Matagalpa prácticamente ya no tiene clero. Hemos sido expulsados, apresado y obligados a huir. Las parroquias están quedando solas", dijo un sacerdote exiliado, no identificado por la agencia católica de noticias OSV.
El presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosarillo Murillo, siguen reprimiendo la disidencia, cerrando espacios a la sociedad civil y atentando contra la libertad de culto, con sacerdotes espiados y obligados a vigilar sus palabras durante la Misa.
El último ataque se produjo en medio de la agitación en Venezuela, un aliado de Nicaragua, donde los partidarios de la oposición han inundado las calles para protestar contra el fraude electoral y el presidente Nicolás Maduro los ha reprimido con la policía y escuadrones de matones controlados por el gobierno.
Martha Patricia Molina, una abogada nicaragüense en el exilio, dijo que "la dictadura con sus acciones ilegales, arbitrarias e inconstitucionales en contra de los religiosos de la Diócesis de Matagalpa lo único que demuestra es que sobre ella no quiere dejar piedra sobre piedra".
La expulsión del Obispo Álvarez de Matagalpa y los continuos ataques del gobierno han dejado a la diócesis con muy poco personal.
Molina compartió cifras que muestran que 70 sacerdotes servían a la diócesis antes de los ataques del régimen contra la Iglesia. Sólo quedan 22 sacerdotes para cubrir una diócesis de 615.858 católicos y 29 parroquias.
La Diócesis de Charlotte acoge a dos sacerdotes nicaragüenses exiliados, los Padres Óscar Benavides y Ramiro Tijerino.