GREENSBORO — En una jornada de retiro espiritual de un día completo, el grupo ‘María, llama de amor’ de la parroquia Santa María en Greensboro recibió la visita del Diácono Fernando Marín, misionero mariano proveniente de la Arquidiócesis de Valladolid.
Licenciado en Ciencias Religiosas en la Universidad de Comillas en Madrid, España, Fernando Marín, casado y con cinco hijos, abandonó su vida secular como técnico en telefonía, trabajó con sectores marginales de su ciudad y posteriormente viajó en misión a República Dominicana, donde se ordenó como Diácono Permanente el 15 de julio de 2010 en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, Las Terrenas, Samaná.
Autor de varias publicaciones y producciones de CD, imparte retiros espirituales en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos.
Mariano y carismático por 23 años, se considera una persona “privilegiada por seguir a Jesucristo”. El misionero confiesa que vivió mucho tiempo alejado de la Iglesia Católica, pese a haber recibido un llamado en edad temprana, mismo que ignoró por “una seguir una convulsión juvenil”.
“Reconozco que soy un converso. Llevé un tiempo alejado de la Iglesia y, como el apóstol Pablo, volví a ella y soy criatura nueva en Cristo Jesús. Busqué a Dios en muchas religiones y al final llegué como el hijo pródigo”, dijo.
María, camino rápido a Jesús
Respecto al papel de María como guía para los católicos, el Diácono Marín afirma que ella “es el camino más corto, más fácil y más seguro para llegar a Jesucristo”. “María es nuestro modelo para llegar a Jesús. María es esa persona y el acercarnos a ella nos aproxima profundamente al corazón de su hijo Jesucristo. Ciertamente, para ser de Jesús primeramente hay que ser de María. María nos une a Jesucristo, María nos une al Espíritu Santo y María puede, a partir de su silencio, hacer que nos entreguemos a ese camino de santidad y de vida nueva en Jesucristo”.
En cuanto a la importancia de la Virgen María, precisa que “ella no quiere ningún protagonismo”, y siendo la mujer el corazón, el amor en el hogar, “tiene que ser también el corazón y el amor en la Iglesia. El cargo es superficial, no importa. Lo que verdaderamente importa es que nos pongamos al servicio del Señor de los cielos”.
En relación a su visita a Carolina del Norte, expresó que no es la primera vez que llega al estado. “Tengo el privilegio de ser un pequeño instrumento de Dios para su llamado a la conversión de las almas, para que la gente pueda encontrar conversión, sanación y liberación espiritual”.
“Especialmente ahora, con la proximidad de la Semana Santa y durante el tiempo de Cuaresma, con la práctica del ayuno, oración y limosna podemos crecer en santidad y ‘salir de la tibieza’, para ser cristianos de verdad y vivir una vida en plenitud”, propone el diácono, quien confiesa que “verdaderamente” Jesús llena su corazón y no tiene necesidad de “las cosas del mundo” que “en el fondo nos alejan de Dios”.
Relación personal con el Espíritu Santo
Para salir de la ‘tibieza’ espiritual, recomienda que pongamos al Espíritu Santo como protagonista de nuestra vida cristiana. “Es el Espíritu Santo el que engendra en María. Es el Espíritu Santo el que transforma el pan y el vino. Necesitamos tener una relación personal con el Espíritu Santo para que venga a llenarnos, a transformarnos. Cuando abrimos nuestro corazón, nuestro corazón arrepentido, propiciamos que venga Él y nos llene de su presencia”.
Por ello, afirma que, pese a que la Santa Eucaristía es indispensable para acercarnos al Espíritu Santo, necesitamos espacios como este retiro, “donde venimos aquí, a este Monte Tabor, para este encuentro con Dios, cara a cara, donde pasamos un día entero, y donde Dios pueda pues hablarnos al corazón, tocarnos, donde podamos cantarle con todo nuestra alma y recibir también al Espíritu Santo”.
Siendo de devoción mariana, sugiere que -para acercarse más a Cristo- los católicos, sin distinción, realicen un acto de consagración al Inmaculado Corazón de María. Un segundo paso sería el rezo del Santo Rosario diariamente. “Y también imitar a María. Poner a María como modelo. Ella es nuestra guía, nuestro modelo de vida con un corazón limpio. Todo lo contrario a lo que es el pecado”.
Terminada su misión en Carolina del Norte, el Diácono Marín partirá para Oklahoma City, donde permanecerá por dos semanas en diferentes parroquias para luego seguir por otras ciudades de la Unión Americana, país al que considera “el futuro de la Iglesia Católica”.
Cesar Hurtado, Catholic News Herald.