La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fecha tiene un doble objetivo: recordar la feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo.
“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”, dijo el Papa Benedicto XVI en una homilía pronunciada en 2010.
El dogma de la Asunción
Un dogma es una verdad de fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.
El dogma de la Asunción, proclamado el 1 de noviembre de 1950 por el Papa Pío XII, se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
La Bula de la Proclamación del Dogma dice que finalmente, “la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María”, preservada libre de toda mancha de pecado original, “terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”.
Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica asegura que “la Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos (#966)”.
San Juan Pablo II, en la audiencia general del 9 de julio de 1997, señaló que “el dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio”. “Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo Encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico (la escatología es una parte de la teología que estudia el destino final del individuo y el universo), anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos”.
¿Cómo y cuándo sucedió?
En relación al día, año, y modo en que murió Nuestra Señora, nada cierto se conoce. La referencia literaria más antigua de la Asunción se encuentra en un trabajo griego, De Obitu S. Dominae. De todos modos, la fe católica siempre derivó su conocimiento de este misterio de la Tradición Apostólica.
El hecho es mencionado en los sermones de San Andrés de Creta, San Juan Damasceno, San Modesto de Jerusalén y otros. En Occidente, San Gregorio de Tours es el primero que lo menciona. Los sermones de San Jerónimo y San Agustín para esta fiesta, de todos modos, son apócrifos.
San Juan Damasceno formula así la tradición de la Iglesia de Jerusalén: San Juvenal, Obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (año 451), hace saber al Emperador Marciano y a Pulqueria, quienes desean poseer el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los Apóstoles, pero que su tumba, cuando fue abierta, a pedido de Santo Tomás, fue hallada vacía; de esa forma los apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo.
Hoy, la creencia de la asunción del cuerpo de María es universal tanto en Oriente como Occidente; de acuerdo a Benedicto XIV (De Festis B.V.M., I, viii, 18) es una opinión probable, cuya negación es impía y blasfema.
Este año, las autoridades eclesiásticas han hecho saber que, pese a que la fiesta de la Asunción de la Virgen María es día de guardar, la asistencia obligatoria a esta Misa ha sido dispensada a todos los fieles debido a la pandemia de Covid 19.
Condensado de ACIPRENSA