HUNTERSVILLE — “Su contribución no tendrá precio", dijo el Arzobispo Timothy P. Broglio a los nuevos sacerdotes de la Diócesis de Charlotte, explicando todas las formas en que ellos y sus hermanos sacerdotes pueden nutrir a sus comunidades".
Darren Balkey y Aaron Huber fueron ordenados sacerdotes para la Diócesis de Charlotte el 18 de junio, durante una Misa especial de dos horas de duración.
El Arzobispo Broglio, quien dirige la Arquidiócesis de los Servicios Militares de Estados Unidos, celebró la Misa debido a que el Obispo Peter Jugis no se sentía bien. El Obispo Jugis continúa sintiéndose enfermo después de contraer recientemente una serie de virus no relacionados con el COVID-19. Está en tratamiento médico para abordar algunos síntomas persistentes y espera recuperarse pronto por completo.
El Obispo Jugis condujo una Hora Santa y Vigilia de oración en la Catedral San Patricio para los dos hombres el viernes por la noche, en la víspera de su ordenación.
El Arzobispo Broglio ya se encontraba en la ciudad para concelebrar la Misa de ordenación, ya que el Padre Balkey también tiene una comisión como capellán militar en la Marina de Estados Unidos con el rango de alférez. Será asignado al ministerio sacerdotal durante tres años en la diócesis de Charlotte, y luego será elegible para el servicio activo como capellán de la Marina de Estados Unidos.
“Somos muy afortunados de que el Arzobispo Broglio estuviera aquí para celebrar con nosotros hoy”, dijo a la congregación Monseñor Patrick Winslow, vicario general y canciller de la diócesis, antes de que comenzara la liturgia.
El Arzobispo Broglio dijo que ha ordenado a muchos religiosos, pero estos dos hombres, el Padre Balkey y el Padre Huber, son solo el quinto y sexto sacerdote diocesano que ha ordenado hasta ahora en su ministerio episcopal. Les dijo a los nuevos sacerdotes que tendrían muchas responsabilidades y desafíos durante su ministerio sacerdotal, “pero el aburrimiento nunca será uno de sus desafíos”.
“Hoy celebramos una acción asombrosa del Espíritu Santo que cambiará a Darren Balkey y Aaron Huber de una vez por todas y los apartará para la misión que les dio Jesucristo”, dijo el Arzobispo Broglio durante su homilía. “Esperamos que aviven la llama de una nueva evangelización puesto que son ordenados en la vigilia de apertura del Avivamiento Eucarístico en nuestro país”.
Dios da la gracia para responder y avivar, continuó, y Dios da la gracia para decir la verdad.
"La verdad es muy importante en nuestro mundo de hoy. Están encargados de asegurarse que sus hermanos y hermanas que serán confiados a su cuidado pastoral escuchen ese mensaje de verdad entre las muchas otras voces que nos distraen en el mundo de hoy".
"Será su privilegio ser Jesucristo para los hombres y mujeres hambrientos de su toque salvador y participar en su vida de gracia", dijo el Arzobispo Broglio. “Saldrán de esta iglesia esta mañana como hombres nuevos, cambiados y empoderados. No hay duda que su ministerio es esencial y necesario en el mundo de hoy”.
Después de su homilía, el Arzobispo Broglio les hizo a los hombres una serie de preguntas para expresar su voluntad de ser ordenados sacerdotes y cumplir con las responsabilidades que conlleva el ministerio.
Luego, uno a uno, los hombres se acercaron al arzobispo, poniendo sus manos en las de él, expresando obediencia a la Iglesia.
Acto seguido, inició la Letanía de Súplica, durante la cual los hombres se postraron ante el altar mientras el Arzobispo Broglio y todos los reunidos en la Misa se arrodillaron en oración mientras se cantaba la Letanía de los Santos.
Luego, se levantaron y se acercaron al arzobispo, quien impuso sus manos sobre sus cabezas. Durante este momento tan solemne del rito de ordenación, el Arzobispo Broglio oró en silencio para que el Espíritu Santo descendiera sobre ellos.
Durante la parte de investidura del rito de ordenación, los hombres fueron investidos por personas que desempeñaron papeles significativos en su camino hacia el sacerdocio. El Padre Balkey fue investido por el Padre John Eckert, pastor de la Iglesia Sagrado Corazón en Salisbury, y el Padre Huber fue investido por el Padre Matthew Buettner, director espiritual del Seminario Universitario San José en Mount Holly.
Al final de la Misa, Monseñor Winslow anunció las primeras asignaciones de los sacerdotes recién ordenados: el Padre Balkey servirá como vicario parroquial en la Iglesia San Leo el Grande en Winston-Salem, y el Padre Huber servirá como vicario parroquial en la Iglesia San Marcos en Huntersville.
— Kimberly Bender, Catholic News Herald. Fotos por Amy Burger and James Sarkis
Conoce a nuestros nuevos sacerdotes
Padre Darren Balkey
Parroquia: Sagrado Corazón, Salisbury.
Lugar de nacimiento: State College, Pa.
Fecha de nacimiento: 1 de marzo de 1992.
Criado en: State College, Pa.
Familia: Padres Steven y Sheryl Balkey; hermanos Matthew y Seth.
Universidad: Belmont Abbey College.
Grado: Bachiller en Artes, Justicia Criminal.
Pre-Teología: Universidad Pontificia Josephinum.
Teología: Seminario Mount St. Mary, Cincinnati, Ohio.
Asignaciones de verano: Iglesia Santo Tomás de Aquino, Charlotte; Catedral San Patricio, Charlotte; Iglesia San Juan Evangelista, Waynesville; e Iglesia Reina de los Apóstoles, Belmont.
Intereses/hobbies: Deportes de aventura como hiking, natación, ciclismo, escalada, canotaje, etc. Disfruta tocar trompeta y el trabajo manual con madera.
Padre Aaron Huber
Parroquia: Iglesia San Juan Evangelista, Waynesville.
Lugar de nacimiento: Mount Pleasant, S.C.
Fecha de nacimiento: 8 de julio de 1996.
Criado en: Cruso, N.C.
Familoia: Padre Eric y Tamara Huber; hermanos Eric Jr., Joshua, Jessica, Sara, María, Isaac, Noé y Benjamín.
Universidad: Seminario Universitario San José.
Grado: Bachiller en Filosofía, Belmont Abbey College.
Teología: Seminario Mount St. Mary, Cincinnati, Ohio.
Asignaciones de verano: Iglesia Sagrado Corazón, Salisbury; Iglesia Nuestra Señora de Gracia, Greensboro; Iglesia Santa Elizabeth, Boone; Iglesia San Marcos, Huntersville; e Iglesia Santo Tomás de Aquino, Charlotte.
Intereses/hobbies: Skateboarding, baloncesto, frisbee, lectura, ajedrez y piano.
En sus propias palabras: ¿Cómo evolucionaron sus vocaciones?
Padre Darren Balkey
CNH: ¿Cuándo sentiste por primera vez el llamado al sacerdocio?
Padre Balkey: Mi primera experiencia de sentir el llamado sacerdotal fue cuando comencé a servir en Misa, cuando tenía como 9 años. Parecía natural querer estar cerca de la Palabra de Dios y del altar durante la Santa Misa. A lo largo de los años, ese deseo de estar cerca de Dios y llevarlo a los demás se mantuvo.
CNH: ¿Con quién hablaste por primera vez sobre tu vocación?
Padre Balkey: Con el sacerdote que era mi director espiritual en ese momento.
CNH: ¿Qué respuesta o consejo recibiste?
Padre Balkey: Fue muy paciente conmigo en la universidad, pero me desafió de la manera correcta. Cuando finalmente dejé que Dios comenzara a abrir la puerta a una vocación, le envié un correo electrónico sobre lo que estaba pasando por mi mente y vida de oración. Él respondió: “Bueno, ¡ya era hora!”. Me reí cuando lo leí y supe que mi correo electrónico también lo había hecho reír. Eso era exactamente lo que necesitaba, porque mis propias expectativas eran mucho más pequeñas que el plan de Dios.
CNH: ¿Cómo hiciste para discernir a dónde te sentías llamado a explorar tu posible vocación?
Padre Balkey: Mi vocación cobró vida durante mis estudios en Belmont Abbey College. Muchas horas en la Capilla de Adoración de San José en el campus y en la basílica de la Abadía establecieron una base sólida. También realicé retiros con comunidades benedictinas y franciscanas.
Inmediatamente después de graduarme, comencé a trabajar en un centro de salud del comportamiento. Allí, trabajé en un rol de tutela, y probablemente muy parecido al humilde San José, ¡me sentí muy incómodo! Los jóvenes a los que serví tenían mucha necesidad de un padre verdadero y amoroso, como solo el Padre
Eterno puede serlo. Esa experiencia arrojó al sacerdocio a una luz asombrosa. Mi hambre por los sacramentos, la oración y la Escritura se volvió voraz. Sabía que cualquier cosa menos que el servicio a Dios me dejaría vacío.
CNH: Cuéntanos sobre lo que hiciste durante tu proceso de discernimiento y tu tiempo en el seminario.
Padre Balkey: He estado rezando el Ángelus a diario desde hace un tiempo. La Encarnación es clave para los católicos, y me gusta hacer una pausa para esa reflexión en mi día. La Liturgia de las Horas, que distribuye los salmos a lo largo de la rutina diaria de la Iglesia, es una raíz importante. La Santa Misa es el punto de reunión de la Iglesia Universal, así como de la comunidad del seminario, y eso me ayuda a recordar de reunir y presentar todas mis intenciones, ansiedades y prioridades al Señor.
CNH: Mirando hacia atrás, ¿qué crees es lo que más te ha ayudado a discernir la voluntad de Dios en tu vocación al sacerdocio?
Padre Balkey: Primero, el tiempo pasado en silencio. Segundo, la verdadera amistad con Jesús, los santos, muchos buenos sacerdotes y mis hermanos seminaristas, han sido clave en mi discernimiento. Un momento, sin embargo, sobresale. Entrevisté al Padre Tom Kessler (párroco de la Iglesia San Felipe Apóstol en Statesville) para una tarea. Mencionó algo que realmente me atravezó el corazón. Los hombres, explicó, a menudo van al seminario tratando de crecer lo suficiente para ser grandes, inteligentes y santos para ser sacerdotes. Él sacudió mi mundo cuando me desafió a pedirle a Dios lo contrario: “¿Soy lo suficientemente pequeño, como la Santísima Madre, para decir ‘sí’ y dejar que Él me haga Su sacerdote?”
Padre Aaron Huber
CNH: ¿Cuándo sentiste por primera vez el llamado al sacerdocio?
Padre Huber: Escuché por primera vez el llamado al sacerdocio cuando era joven, posiblemente a los 10 u 11 años. Recuerdo haber hablado con un amigo sobre lo que queríamos ser cuando fuéramos grandes, ¡y los dos expresamos nuestro deseo de ser el Papa! Si bien mi aspiración por el papado ciertamente ha cambiado, el deseo de servir a Nuestro Señor como Su sacerdote nunca se ha ido. Sin embargo, mi atención al llamado fue momentáneo.
Cuando estaba en el tercer año de la escuela secundaria, tuve una profunda experiencia de conversión en la que sentí la paz más profunda al pensar convertirme en sacerdote. Finalmente, no fue sino hasta el verano después de mi primer año en Belmont Abbey College, mientras servía como misionero de Totus Tuus, que el Señor realmente se me reveló de tal manera que supe que tenía que seguirlo.
CNH: ¿Con quién hablaste por primera vez sobre tu vocación?
Padre Huber: Primero expresé mi deseo de ser sacerdote al Padre Matthew Buettner. Mi equipo Totus Tuus había sido enviado a la Iglesia San Miguel en Gastonia por una semana, y fue allí donde el Señor colocó el sacerdocio en mi corazón. El Padre Buettner era el párroco en ese momento, y lo que comenzó como un joven que conversaba con un sacerdote que apenas conocía, se convirtió en una amistad duradera y valiosísima.
CNH: ¿Qué respuesta o consejo recibiste?
Padre Huber: El primer consejo del Padre Buettner fue seguir orando por mi vocación. Además, dado que la Iglesia San Miguel está a solo 15 minutos de la Abadía de Belmont, me dijo que me pusiera en contacto con él después que regresara para el semestre de otoño, para que pudiera programarme como monaguillo. El servicio en el altar y la oración, específicamente la Adoración Eucarística, eran las dos cosas que siempre recomendaba.
CNH: ¿Qué prácticas o actividades has estado realizando desde que discerniste tu vocación al sacerdocio?
Padre Huber: La oración diaria es imprescindible. Ha habido momentos en que la oración mental y las oraciones devocionales no fueron fáciles, pero a través de muchos éxitos y fracasos en la disciplina, puedo decir que la oración ha sido la forma más segura de superar los desafíos que he encontrado. Por supuesto, en la oración incluyo también el Santo Sacrificio de la Misa y la Adoración Eucarística. La lectura espiritual, la disciplina y las obras de caridad forman parte de mi vida diaria y son esenciales para ella. Sabía que si no me estaba enamorando de Jesús en esas cosas, todo sería solo como paja. Cuanto más avanzaba en el seminario, más tiempo pasaba en silencio en Su presencia, y es en esos momentos que me sentí más afirmado en mi vocación.
CNH: Mirando hacia atrás, ¿qué crees es lo que más te ha ayudado a discernir la voluntad de Dios en tu vocación al sacerdocio?
Padre Huber: Nuestro Señor en la Eucaristía me ha ayudado en muchas dificultades de mi vida. Él sigue siendo la fuente de amor, perdón, consuelo y aceptación en mi vida. ¡Nada podrá jamás reemplazarlo! Se me recuerda constantemente que Nuestro Señor es verdaderamente la fuente de toda bondad en mi vida, y siempre lo será.
Además, nuestra Madre María y su casto esposo San José trabajan horas extras por mí. Me he dado cuenta de que nunca podré amarlos lo suficiente, ni podré agotar su amor por mí.
Finalmente, la amistad con los sacerdotes y los seminaristas fue vital para mi estadía en el seminario. Poder pasar por altibajos con padres y hermanos que me han apoyado ha sido una gran bendición.