VATICAN CITY — San Juan Bautista es un modelo para el testimonio cristiano, que lleva a otros a Jesús y luego se aparta del camino para que sigan al Señor y no a la persona que los evangelizó, dijo el Papa Francisco.
"Pensemos en lo importante que es esto para un sacerdote, que está llamado a predicar y celebrar no por afán de protagonismo o por interés, sino para acompañar a los demás hacia Jesús", dijo el papa a unas 15,000 personas reunidas en la Plaza San Pedro el 15 de enero para rezar el Ángelus con él.
La lectura del Evangelio del día se centró en el testimonio de San Juan Bautista de que Jesús "se ha puesto delante de mí" y es "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".
San Juan Bautista -- que había estado predicando y reuniendo seguidores -- "de ser profeta pasa a ser discípulo", dijo el papa. Sin embargo, "no le interesa tener seguidores, en obtener prestigio y éxito, sino que presenta su testimonio y luego da un paso atrás para que muchos tengan la alegría de encontrar a Jesús".
En resumen, dijo el papa, San Juan Bautista "abre la puerta, luego se va".
Los sacerdotes y otros evangelizadores deben hacer lo mismo, dijo el papa. De hecho, el desapego del propio ego es una parte clave del "espíritu de servicio".
Los padres, por ejemplo, hacen muchos sacrificios por sus hijos, pero cuando crecen "deben dejarlos libres de emprender su propio camino en el trabajo, en el matrimonio, en la vida", dijo el papa. Los padres obviamente dejan claro que siempre estarán cerca, pero deben acompañar a sus hijos adultos "con discreción, sin intromisión".
"Liberarse de los propios apegos y saber hacerse a un dado cuesta", dijo, "pero es muy importante: es el paso decisivo para crecer en el espíritu de servicio sin pretender nada a cambio".
El Papa Francisco pidió a las personas que pensaran en qué tan buenos son para hacer espacio para los demás en sus amistades, en el trabajo y en su parroquia o comunidad escuchando y no siempre buscando el reconocimiento.
"¿Atraemos a los demás hacia Jesús o hacia nosotros mismos?" preguntó. "Y aún más, siguiendo el ejemplo de Juan: ¿sabemos alegrarnos de que las personas emprendan su propio camino y sigan su llamada, incluso si eso implica un poco de desapego respecto a nosotros? ¿Nos alegramos de sus logros, con sinceridad y sin envidia? Esto es dejar crecer a los demás".
— Cindy Wooden, Catholic News Service