CONCORD — Las noches son una verdadera pesadilla para Edgar. “Me despierto llorando. Me acuerdo de lo que perdí, de mi hogar, de mi mujer. La busco tratando de abrazarla, pero no está, me dejó. Los fantasmas me visitan cada noche”, nos cuenta.
Sofonías tiene una enfermedad incurable, progresiva y mortal que lo ataca física, mental y espiritualmente. “Tengo una obsesión aunada a una alergia orgánica, una perversa enfermedad del alma”, dice.
Freddy tuvo una infancia dura. Sus padres lo dejaban encargado y creció sin amor. Ya de adulto, llegó al punto de querer quitarse la vida. Ahora piensa que nunca es tarde para curar ese fondo de sufrimiento, recuperarse y luego recobrar a su familia.
Tres historias diferentes, un mismo problema común: Edgar, Sofonías y Freddy son alcohólicos.
Pero estos hombres, una pequeña muestra del número de participantes del grupo ‘La alegría de vivir’ de Alcohólicos Anónimos que se reúne tres veces por semana en la Iglesia Santiago el Mayor en Concord, han encontrado una esperanza de rehabilitación para esta enfermedad incurable que destruye sus cuerpos, sus espíritus y sus familias.
El grupo, que en breve cumplirá su cuarto aniversario de trabajo en la parroquia, ve los frutos logrados en cada reunión a la que puntualmente asisten sus integrantes.
Para el Padre Fabio de Jesús Marín Morales C.Ss.R., director de los ministerios hispanos de la parroquia, el grupo es un gran aporte para la comunidad parroquial.
“Se les ve vivir con mayor alegría e intensidad los sacramentos, se ve también una gran transformación en sus vidas y las de sus familias. Se nota en las esposas, en los esposos, en los hijos, que dan testimonio del cambio ante la comunidad”.
“Aquí, con mucho cariño, se les recibe y apoya para que se mantengan firmes en este trabajo, en esta tarea de alejarse del alcoholismo”, añadió.
¿Qué es AA?
AA es la sigla de Alcohólicos Anónimos, una organización sin fines de lucro que nació en Akron, Ohio, en 1935, como producto del trabajo de dos alcohólicos desahuciados, Bill W., un corredor de bolsa de Nueva York, y el Dr. Bob S., un cirujano de Akron. Desde allí se extendió a Nueva York, progresivamente a todo
Estados Unidos y Canadá, para en 1971 alcanzar una escala mundial.
El programa tiene una base sencilla pero exitosa: un alcohólico que comparte su testimonio con otro puede ser una ayuda efectiva.
A través de 12 pasos y 12 tradiciones, los participantes van progresivamente reconociendo sus limitaciones y sus fortalezas en sesiones en las que aprenden de la enfermedad del alcoholismo y cómo luchar contra ella.
¡Felices 24 horas!
AA no recluta miembros, AA es un lugar donde se deja de beber. Sofonías explica que el grupo es libre, no está afiliado a ninguna secta, organización o partido político, se mantiene con sus colaboraciones voluntarias, no impone reglas y propone una autodisciplina a sus miembros. “Venimos de la guerra, no podemos estar enmascarados. Aquí vengo yo a reconocer mi problema de alcoholismo, a darme cuenta quién soy y a corregir mis defectos. Pero, si le fallo a Dios, no a mí mismo ni a la sociedad, sé que Él me va a perdonar y, con su inmenso amor, me va a dar otra oportunidad. Pero esto no solo es para el que lo necesita, es para quien también lo quiere”.
Un día sin alcohol es un logro. “Ayer es el pasado; mañana, quién sabe; hoy es el día más importante de mi vida, hoy libro la batalla, voy a mi reunión por mi recuperación. Las reuniones nos salvan. Aquí todos somos ganadores. ¡Felices 24 horas!”, dijo Óscar, otro integrante.
Podríamos pasar días relatando a detalle cada una de las conmovedoras experiencias que pudimos escuchar de boca de los propios protagonistas de esta desgarradora realidad del alcoholismo y su lucha por rescatar sus vidas de esta enfermedad que destruye sus dignidades y almas.
Hemos sido testigos de que es posible que los alcohólicos acepten que tienen un problema con la bebida, que puedan solucionarlo, que trabajen en reparar los daños, que entiendan que dependen de un poder superior y que está en sus manos ayudar a otros a salvar sus almas.
Pero, sobre todo, hemos sido testigos de que nunca es tarde para llegar a Alcohólicos Anónimos, y que dejar de beber no es morir sino aprender a vivir.
Si tienes un problema con el alcohol, contacta al grupo AA ‘La Alegría de Vivir’. Lázaro (704) 701-9179, José (704) 490-9562, Gustavo (704) 491-0876.
— César Hurtado
Más online
En www.aa.org/es: Encontrará mayores detalles sobre Alcohólicos Anónimos