Ya hemos iniciado el santo tiempo de la Cuaresma, cuarenta días que culminan en la gran fiesta de la Resurrección de Cristo. A estas alturas, deberíamos de estar ya muy preparados espiritualmente para la gran celebración de la Pascua. Podríamos decir que no hay Cuaresma sin Pascua, ni Pascua sin Cuaresma.
Este es siempre el itinerario central del calendario cristiano: la Cuaresma, la Semana Santa y la Pascua de Resurrección. Este año el tiempo de Cuaresma comenzó el 1ro. de Marzo con el Miércoles de Ceniza, un día en que el mensaje del texto evangélico se refiere a la limosna, al ayuno y la plegaria que son, por otra parte, los tres pilares de estos cuarenta días. Pero el llamamiento a los cristianos es, sobre todo, no hacer las cosas para que nos vean, sino obrar con discreción, vida interior e intimidad. El primer día del tiempo cuaresmal, al final de las celebraciones eucarísticas, el sacerdote impone a cada persona un poco de ceniza haciendo la señal de la cruz sobre la frente, y recuerda normalmente esta frase: “¡Conviértete y cree en el Evangelio!” Ó “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”.
Y es que la Cuaresma es el tiempo en que la Iglesia de Jesucristo intensifica su llamamiento a la conversión personal de todos los creyentes. Recuerda los cuarenta días que Jesús, antes de sufrir la crucifixión, pasó ayunando en el desierto superando tentaciones y llenándose con mucha vida interior y reflexión. Actualmente, existe un precepto de ayuno, con una única comida fuerte y sin comida entre horas, para el miércoles de ceniza y también el viernes Santo. Por otra parte, se establece una abstinencia de carne el mismo miércoles de ceniza y todos los viernes hasta el viernes Santo. Estos gestos, sin embargo, no se piden para que los cristianos los sigan como una obligación, sino como un signo de comunión y de unión con la persona de Jesús. Más allá de eso, la Iglesia no quiere tampoco que nos quedemos con estas formas de vivir la Cuaresma. Quiere que vayamos más allá, con propósitos de rogar más y hacer mejores obras. Por ejemplo, sustituir la abstinencia de carne por una buena mariscada, como se hace en muchos hogares, no es vivir cristianamente este tiempo. La Cuaresma nos invita a olvidarnos un poco de las cosas materiales para sentir necesidad de las espirituales, nos invita a hacer sentir hambre al cuerpo para que recordemos que nuestra alma está muy hambrienta de Dios.
La Cuaresma, que se acaba el Domingo de Ramos, es también preparación para el gozo de la Pascua. Por lo tanto, no es un tiempo de tristeza, sino de contemplación. Una buena opción para vivir estos días es participar regularmente en plegarias comunitarias y atender también la individual, así como leer textos bíblicos y especialmente el Evangelio. Ciertamente, es una lástima de que, en nuestro país, quieran olvidarse la Cuaresma mientras se presentan muchas otras distracciones; nosotros los católicos cristianos debemos estar alertas al tiempo de preparación espiritual y tratar de vivirla intensamente ayudando a nuestros hijos a vivirla con mucho amor.
La penitencia es la otra gran palabra que suena durante la Cuaresma. Es simplemente el llamamiento que todos los creyentes recibimos de reencontrarnos con Dios, mediante el sacramento de la reconciliación, la celebración comunitaria de la penitencia y también gestos de hermandad con los demás, entre ellos también la petición de perdón y la purificación de la memoria que tantas veces ha pedido el Papa Juan Pablo II. Todo da paso a la Semana Santa, que empieza el domingo de Ramos, con el recuerdo y la vivencia de la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén antes de la pasión, y se acaba el domingo de Pascua, la fiesta más importante para los cristianos. Es tan importante que no se celebra sólo un día, sino cincuenta. Durante la Semana Santa, también celebramos la institución de la Eucaristía y el amor fraterno, el jueves Santo, y la pasión y muerte de Jesús en la cruz con una intensa plegaria universal, en este caso el viernes Santo. En definitiva, nos encontramos un año más ante la mejor oportunidad de conocer las raíces y el sentido de nuestra fe. Vivamos la Cuaresma con intensidad y gozo y saquemos el fruto que nuestro Señor quiere concedernos.
El Padre Julio Domínguez es el Coordinador del Ministerio Hispano del Vicariato de Smoky Mountain.