Felices Pascuas
La Pascua es la festividad central de los cristianos en la cual celebramos la Resurreción de Nuestro Señor Jesucristo.
Debido a su importancia se prolonga durante cincuenta días, pues es la conmemoración del regreso de Jesucristo de entre los muertos y, por lo tanto, el acontecimiento que marca la esperanza, para quienes creemos en Él, de una nueva vida después de esta vida.
“Al que venga a mi no lo echare afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el ultimo día” (Jn. 6, 35-40).
La Pascua es la celebración de la victoria de Jesucristo sobre la muerte. La muerte no tendrá más dominio, no será más un final oscuro y tenebroso sino el principio de una nueva forma de vida en Jesucristo. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Ap. 21, 1).
La Pascua es el paso de la muerte a la vida que ocurre en Cristo después de su Pasión y muerte. Él resucita para ofrecernos la misma posibilidad, es decir, resucitar con Él por la fuerza y gracia recibidas de Él, ya que, si bien somos frágiles ante la tentación, en Cristo recibimos la gracia de la justificación.
Como lo expresan las Sagradas Escrituras, “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de Nuestro Señor Jesucristo. Porque Cristo cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los pecadores (Rom. 5, 1-6), “pues por nuestra fe, Dios nos acepta como justos también a nosotros, los que creemos en aquel que resucitó a Jesús, Nuestro Señor, quien fue entregado por nuestros pecados y fue resucitado para nuestra justificación” (Rom. 4, 24-25).
Estas palabras de San Pablo en su carta a los Romanos son muy reconfortantes para nosotros porque ofrecen el consuelo y la alegría de la esperanza del perdón o justificación en Cristo Jesús por la fe.
Con frecuencia las personas suelen pensar que después de una falta o pecado todo está perdido y que no hay justificación o perdón de Dios. Sin embargo, no hay que olvidar que en Cristo encontramos la justificación y el perdón. Solo es necesario el arrepentimiento y la reconciliación con Jesucristo.
De modo que la Pascua es un tiempo litúrgico de alegría y celebración porque Cristo Resucitado es nuestra justificación. Por eso San Pedro, cabeza de la Iglesia, dice: “Él mismo (Jesucristo) llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fueron ustedes sanados” (1Pe. 2, 24).
Así que en la Pascua celebramos que Cristo Resucitado abre las puertas del Reino de los Cielos para nosotros si le aceptamos como nuestro Redentor.
Y para aceptarle como Redentor basta que le recibamos en el corazón y en nuestra vida, día a día, luchando por ser mejores seres humanos y mejores cristianos, haciendo todo el bien que podamos, al igual que pidiéndolo y deseándolo a quienes lo necesiten.
Felices Pascuas de Resurreción y que Cristo sea luz y guía en nuestro diario caminar.
El Padre Fidel Melo es director del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.