Hoy más que nunca nuestra iglesia necesita de laicos comprometidos que den su tiempo, talento y tesoro a la tarea de evangelizar a la comunidad hispana de nuestra diócesis.
¿Te has dado cuenta del impresionante crecimiento de nuestra comunidad en los últimos años? La cantidad de personas que se acercan a nuestras parroquias en cada una de las esquinas de la diócesis para solicitar un sacramento, participar de la liturgia dominical, de un movimiento apostólico, solicitar dirección espiritual o cualquier otro tipo de asistencia, nos dice claramente que hay muchos rostros en la casa de Dios en Estados Unidos y que la iglesia local en nuestra diócesis es bendecida grandemente con nuestra presencia.
Esto nos debe dar mucha alegría y esperanza. Como pueblo hispano somos una comunidad de fe y devoción que con nuestro aporte está enriqueciendo grandemente la Iglesia en este país.
Sin embargo, a pesar que estamos creciendo de manera rápida, también nos damos cuenta que hay muchas áreas donde, por falta de ministros laicos formados y comprometidos, los servicios son un tanto limitados.
¿Te has puesto a pensar por qué será que en tu comunidad hay tantos niños en el programa de la catequesis y pocos catequistas? Es de notar que el compromiso y la formación de nosotros como laicos es una gran pieza del motor que mueve la Iglesia. Mientras más personas con una sólida formación eclesial estén presentes en los programas catequéticos nos daremos cuenta que esos mismos programas serán una experiencia de transformación cristiana para quienes pasen por ellos. Por el contrario, si no hay laicos comprometidos y dispuestos a tener una formación sólida y adulta, no podremos avanzar plenamente en los procesos de evangelización de nuestra comunidad.
¿Alguna vez has identificado la necesidad de participar en un taller formativo sobre cualquier tema eclesial o humano, pero te frustras al darte cuenta que las opciones de que alguien ofrezca este taller formativo en tu grupo, ministerio o comunidad son muy pocas? Lamentablemente esto pasa muy a menudo. Como laicos, muchas veces somos un tanto conformistas. No buscamos la manera de formarnos y educarnos un poco más y esperamos que sean los otros quienes se nutran de los misterios de la fe para poder enseñarlos.
Que grandioso sería si una mayor cantidad de hermanos y hermanas se comprometieran en una formación integral en las áreas eclesial, humana, social e incluso académica. De esta manera podríamos ver el gigante dormido que está en nuestra comunidad.
Hace un par de semanas culminó el Curso del Ministerio Laico que fue desarrollado en nuestra diócesis hace algunos años. Este programa ha sido una bendición para quienes logran pasar por él. Los cursos buscan despertar la curiosidad sobre los misterios de nuestra fe al presentarlos de una manera sencilla pero profunda. Cada uno de los temas es fascinante y está lleno de una tremenda riqueza que, con la ayuda del Espíritu Santo, se transforma en conocimiento para entender mejor el por qué de nuestra fe Católica.
¿Alguna vez has conocido a alguien en tu comunidad con muy buenas características para formar y educar a otros en la fe? Estoy seguro que sí. Estas personas carismáticas, aptas, dinámicas y ágiles para formar a otros están en la mayoría de nuestras parroquias, pero lamentablemente son muy pocas.
Hoy la invitación es para que tú te atrevas a ser agente multiplicador. Tú puedes ser una de esas personas. Alguien con facilidad de palabra para formar y enseñar, pero primero tienes que dar el paso para formarte.
Los hispanos somos una comunidad con niños y adolescentes que hacen de nuestra iglesia una iglesia joven. Es así como la Pastoral Juvenil Hispana es un sector que promete un gran futuro para nuestra diócesis. Poco a poco estamos siendo testigos de una promoción vocacional sacerdotal y religiosa que incluye a más y más jóvenes hispanos.
Tenemos la esperanza de ver matrimonios jóvenes viviendo a una vida sacramental plena. Sin embargo, debemos ser conscientes que para que nuestros jóvenes se sientan acompañados a descubrir su propia vocación, necesitamos urgentemente laicos formados y con el deseo profundo de caminar y guiar a la juventud.
Tengo ya 14 años de trabajar como coordinador de la Vicaría de Asheville. Ciertamente, mi formación eclesial y humana comenzó en el seno de un hogar cristiano y ha sido un proceso largo en el que he tenido que estar dispuesto a hacer sacrificios, emplear tiempo y recursos para formarme.
Puedo decirte que todos esos sacrificios han valido la pena. Con la formación que he recibido a través de programas de formación laical puedo decir que también he recibido la herramienta que necesito para continuar en la vocación que hasta hoy el Señor me ha llamado a responder como esposo, padre y ministro laico comprometido.
Juan José García es coordinador del Ministerio Hispano de la Vicaría de Asheville.