Santísima Virgen María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
Los cristianos católicos jóvenes adultos y adultos mayores tenemos un gratísimo recuerdo de lo que aprendimos de niños de la Santísima Virgen María, Madre de Dios. Y lo aprendimos de nuestros padres, especialmente de nuestras mamás y abuelitas que antes de acostarnos nos hacían rezar las breves oraciones y la jaculatoria propias de la Virgen, repitiéndolas junto con ellas y grabándolas en el corazón infantil para que permanecieran allí y brotaran luego como rayos de luz para nuestra vida espiritual, en una devoción que se fue haciendo fuerte, madura y estimada por el amor que le fuimos tomando a la Madre del Cielo.
Nuestros padres y abuelos recibieron esto de sus mismos padres y abuelos y se ha venido dando de generación en generación. Es cierto que hoy en día y, con mucho pesar tenemos que decirlo, se ha perdido, se ha roto mucho esta tradición familiar debido a que ya muchos padres, madres y abuelos la han dejado a un lado para dedicar más tiempo a la televisión, al teléfono, al computador y al trabajo.
Ya muchos niños no se duermen arrullados por el canto de las mamás y la repetición suave y armoniosa de las oraciones y jaculatorias de la Virgen, sino anestesiados por el ruido de los equipos electrónicos, el sonidos de los disparos y explosiones de los juegos y los gritos y lamentos de los programas de televisión. Por eso los niños van creciendo en un ambiente hostil y lleno de sobresaltos que no les permiten crecer disfrutando de las suaves voces y melodías que vienen de la oración a la Virgen y de los cantos de los ángeles que cuidan sus sueños y vidas.
Queridos papás, mamás y abuelos que aún están haciendo lo que aprendieron de los suyos, ¡ánimo!, sigan haciéndolo sin importar los distractores postmodernos. Sigan dedicando ese tiempo maravilloso en que se siembra la devoción a la Madre de Dios que el Señor hará crecer para bien del niño y la salud espiritual de la familia.
Que Santa María, Madre de Dios, la fulgente Estrella de la Evangelización, brille sobre las cunas de los bebés y las camitas de los niños arrullando sus sueños y velando por sus vidas. Que la compañía de los ángeles de la guarda al entonar dulces cantos los hagan sonreír, no asustar o sobresaltar como lo hace el ruido del mundo.
Y como decían ellos, “Que Dios los bendiga y la Virgen los acompañe”.
Amén.
El diácono Darío García sirve como coordinador del Ministerio Hispano en la Vicaría de Hickory.