Hablando de las personas que se juntan para vivir la vida de pareja sin estar casados por civil ni por la Iglesia, están poniendo el matrimonio a un nivel que no es.
Es decir, ellos buscan su placer, buscan su comodidad. Pero no se olviden que cada cosa, cada decisión, tiene sus efectos secundarios. Llegan los años, llega la vejez, la pérdida del sentido de la vida, el perro se muere, entonces, ¿cómo llenar ese vacío?
Por eso es muy importante para los católicos que, si desean ejercer su sexualidad, bienvenidos, es una bendición de Dios. Pero que lo hagan según la palabra de Dios, según la doctrina enseñada por la Iglesia: casaditos y teniendo una vida sacramental saludable.
Hay que tomar en cuenta que vivimos en una sociedad donde casi todo se usa y se tira. Vas a una fiesta y todo es desechable, tíralo, cambia de carro, y eso se ha llevado al campo de la persona. Las parejas dicen “mira, vamos a juntarnos, si nos comprendemos ya vemos si nos casamos, sino nos dejamos, nos separamos y no hay problema”. También alegan que la felicidad no está en un papel, no está en un documento, “cuántas personas están bien casadas y andan ahí sufriendo. Entonces, mira, vamos a vivir sin compromiso”.
Lo que dice Jesús es que “sin mí no pueden hacer nada”. Y nosotros, católicos ¿dónde podemos encontrarnos con Jesús? En el bautismo, en la confesión, la eucaristía, la confirmación y el matrimonio.
Y he escuchado muchos testimonios de gente que se ha acercado a la vida sacramental: “Padre, gracias porque no sabíamos que estábamos en pecado, no sabíamos lo que nos estábamos perdiendo y ahora podemos confesarnos, podemos comulgar dignamente y estamos muy contentos”.
Y eso, como sacerdote, me motiva. Pero muchos otros se ponen trabas. “Yo sí me quiero casar, pero quisiera que vinieran mis papás”. ¿Y dónde están tus papás? “Pues están allá en México” ¿Y tienen papeles para venir o usted para ir? ¿No?, ¿entonces por qué se complica? O peor, me dicen, “yo quisiera que estuviera mi abuelito ese día”, ¿y dónde está el abuelito?, “pues ya se murió hace como diez años”.
Yo les digo que si hoy estuvieran dando la residencia dirían “no la quiero recibir porque es importante para mí que todos vean cuando me la den”.
¡A mí déme la residencia ahora mismo! ¿No creen?
El Padre Gabriel Carvajal es Vicario de la parroquia San Gabriel en Charlotte.