diofav 23

Catholic News Herald

Serving Christ and Connecting Catholics in Western North Carolina
Pin It

Con el Miércoles de Ceniza, una vez más llegamos al comienzo de la Cuaresma, época de nuevas bendiciones y gracias de Dios, tiempo en el cual el Señor nos invita a cambiar de conducta, para entrar en una nueva comunión de amor y vida con Cristo Jesús.

Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.
En este inicio de la Cuaresma, se nos invita a ser sinceros, de verdad, con nosotros mismos y aceptar lo poco que tenemos presente a Dios en nuestras vidas. Debemos de lanzar una mirada dentro de nosotros mismos y reconocer nuestros pecados. Pero, al mismo tiempo, debemos mirar hacia Dios, nuestro Padre, y reafirmar nuestra confianza en su amor.

La imposición de la ceniza sobre nuestra cabeza será esta señal de reconocimiento. Será como decir: somos débiles, somos pecadores, no acabamos de salir de esta situación, de este estado. Pero no será decírnoslo a nosotros mismos, no será decirnos que no hay nada que hacer, que no hay salida. Será decirlo ante Dios, reconocerlo ante Dios. Y decirlo y reconocerlo ante Dios es decir y reconocer que en Él está el perdón, la vida, la salvación, el amor inagotable.

Por eso, especialmente en este tiempo, la Iglesia nos invita a adoptar ciertas prácticas muy valiosas, que nos ayudan a disponer el corazón y la mente para buscar una relación más profunda con Cristo, como son la oración, el ayuno y la limosna.

Así que debemos hacer un plan de ayuno para esta Cuaresma, debemos dedicar tiempo a la oración sincera cada día, estudiar y meditar en la palabra de Dios, y debemos también ser generosos con los más necesitados. Si llevamos a cabo estas prácticas, estemos seguros que nos estaremos acercando más al Señor Nuestro Dios y Él nos bendecirá en abundancia.

Precisamente el Miércoles de ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia, es decir, que se toma una sola comida al día y no se come carne. Esto implica, naturalmente, un cierto sacrificio, pero que no es nada si pensamos en el gran sacrificio que hizo Cristo en la cruz para salvarnos.

Así que, la imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

Procuremos, pues, aprovechar las gracias divinas que se derraman con abundancia en este tiempo de Cuaresma, y digámosle al Señor que queremos comprometernos nuevamente con Él y renovar nuestra entrega, para que recibamos la vida que Él nos ha prometido.

Que esta Cuaresma sea el comienzo de la vida gloriosa que tendremos en el cielo.
Amén.

El Diacono Guillermo Anzola sirve en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes en Monroe.