Continuamos con la tercera parte de la reflexión del Evangelio de San Lucas 24:13-35. Después de salir al encuentro de sus discípulos, darles una explicación de todos los textos de la Escritura que se referían a Él, los discípulos lo reconocen en la fracción del Pan.
Las Sagradas Escrituras, de por sí, no les abren los ojos. Apenas les hacen arder el corazón. Lo que abre sus ojos y los hace ver es la fracción del pan, el gesto comunitario del compartir, rezar juntos, la celebración de la Cena.
En el momento en que los dos reconocen a Jesús, ellos renacen y Jesús desaparece. Jesús no se adueña de la caminata de los amigos. No es paternalista. Resucitados, los discípulos son capaces de caminar con sus propios pies.
Nosotros debemos saber crear un ambiente de fe y de fraternidad, de celebración y de compartir, donde pueda actuar el Espíritu Santo. Es Él quien nos hace descubrir y experimentar la Palabra de Dios en la vida y nos lleva a entender el sentido de las palabras de Jesús
¡Qué maravilloso momento para los discípulos el sentir la necesidad real de esa persona que los acompañaba y que había encendido en ellos el fuego de su amor!
Ahora que han entendido a través de las Escrituras todo lo que se refería al Mesías, les daba sentido su fe.
Esta fe los llevó a la invitación que le hicieron en ese momento, y esa es la fe que te invito hermano a que te mueva a decirle al Señor en este momento tan hermoso: “Quédate con nosotros Señor”.
El Señor está esperando esta invitación de parte de nosotros para poder quedarse con nosotros en la fe y en su presencia real en la Eucaristía. El evangelista nos lo pone de una manera hermosa al decirnos que entró, convivió y comió con ellos en su casa. Jesús es el buen amigo que sabe estar y platicar con nosotros.
Él disfruta de nuestra compañía y se alegra cuando lo hacemos parte de nuestra vida diaria. Esto es algo que el cristiano a veces no logra entender porque no lo medita profundamente o se siente indigno de esta presencia divina en su vida.
Lo más hermoso de este momento es cuando, ya estando en la mesa, Jesús toma el pan, dirige la acción de gracias y, al partirlo, la venda de los ojos cae de los discípulos y reconocen al Rey de Reyes, al Señor de Señores, a Dios en medio de ellos.
El evangelista es explícito en decir que fue en este gesto del partir del pan en que los discípulos lo reconocen. Es este mismo signo que a través de la Iglesia sigue repitiendo hora a hora, minuto a minuto en todos los altares del mundo en los que se celebra la Santa Misa y en donde el Señor en las personas de sus ministros vuelve a partir el pan para nosotros.
El Padre Julio DomÍnguez es Vicario Episcopal del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.